MITOS CUENTOS Y LEYENDAS DE COLOMBIA
Efraín Pérez Ballesteros
ESCRITOR
PRÓLOGO
Viajando aprendemos a valorar nuestras raíces indígenas, nuestro suelo, nuestro pasado histórico, y sobre todo, ese calor humano propio de nuestro continente americano.
Durante uno de mis viajes a Colombia, tuve la fortuna de conocer a un personaje muy polémico, loco para unos, e iluminado y sabio para otros, alguien que se atreve a interpretar el pensamiento de nuestros antepasados y se aventura a darnos visiones del futuro.
Lo que no conoce Don Juan Florencio Agudelo Pacheco, lo inventa, y de su imaginación surgen mitos, cuentos, y leyendas que nos presenta como auténticas realidades, y algunas lo son, lo que hace que sus narraciones sean en ocasiones misteriosas e intrigantes, llegando al corazón de grandes y pequeños.
Don Juan Florencio natural de Monguí, uno de los pueblitos más bellos de Boyacá, es un hombre sencillo con cara de patriarca, campesino de complexión fuerte, dedicado a sembrar la tierra, y sacar el provecho necesario justo para su subsistencia, no quiere más, no lo necesita, es uno de los pocos seres que pueden aún filosofar. Guía de montañas y páramos, posee conocimientos sobre todo tipo de ciencias, adquiridos durante su juventud, y guardados en su memoria prodigiosa.
En su casa situada sobre la montaña, muy cerca del río Tejar, aparte de los elementos propios de la agricultura, posee un cuaderno donde escribe sus últimos inventos, pues Don Juan Florencio también es inventor, su habitación es poco iluminada, pero cuando sale de ella, se encuentra con uno de los cuadros más bellos, el de la naturaleza.
Y fue justamente muy cerca de este sitio, en la cocina de un vecino alumbrada por el fuego de una estufa de carbón, donde se gestó este pequeño libro, sin más pretensión que el de ayudarle a realizar un sueño.
Aquella noche, siendo testigo el resplandor del fuego proyectado sobre una pared blanca y desteñida por el tiempo, acordamos un trato:
Yo trataría de sacar un libro recopilando e ilustrando una parte de sus leyendas y él durante mi estancia en Colombia, me dejaría conocer parte de los sitios que él describía, donde no solamente habitaba el espíritu de seres buenos, sino donde moraban también duendes y demonios ,que en noches tenebrosas, se manifestaban produciendo fenómenos extraños. Y de esta forma llamada “trueque” se cerró nuestro trato, ambos cumplimos y este libro es el resultado.
Con aprecio y admiración a un gran amigo y compañero de aventuras.
Efraín Pérez Ballesteros